(Testimonio de Jorge Luis Iriarte el cocinero de la Iglesia Bautista «El Calvario», después de la explosión de una bala de gas en el Hotel Saratoga colindante con la Iglesia)

Estaba preparando todos los utensilios para hornear unos dulces, había ido a la iglesia junto a dos de mis hijos, Elizabeth de 6 y Elias de 4 años, ellos jugaban con Sofía de 4 años también. (la niña de Yisel una hermana de la iglesia que estaba en la oficina de Tesorería, ella habia venido a pedirme un dulce para su mamá para el día de las Madres)
Como siempre, los niños jugaban por los pasillos de la iglesia y yo hacía un café que el hermano Mario me había pedido porque no se sentía bien; en un momento me dice Elías, «papi, queremos leche», así que fui, busqué tres pozuelos y mezclé leche en polvo y azúcar, les serví a los tres y los senté en la esquina del comedor de la iglesia, los dejé ahí regresé a la cocina y estaba tomando mi café cuando de pronto sentí una explosión, un fuerte olor, mucho humo, los cristales se rompían y solo dije: ¡Ay Dios! ¿Quien tiró esa bomba?
Sentí los gritos y el llanto de Irene en la oficina de educación cristiana, cercana a la cocina y corrí a socorrerla, ahí veo que viene por el pasillo el hermano Alfredo, (este hermano es sordomudo) el auxiliar en la limpieza de la planta baja que estaba en la azotea y había sentido como todo el piso se estremeció, al mirar atrás y ver todo el hotel colapsando huyó rápidamente; yo le dije a ambos se tiraran al piso de la cocina y fui a buscar a los niños al comedor pensando en que estarían muy asustados; cuando estoy caminando (sin espejuelos no distingo bien de lejos), veo a una persona que los tenía a los tres abrazados y aunque no distinguía bien su rostro ese rostro me transmitía paz, yo pensé era Yisel, corro a cargarlos y traerlos a la cocina, pero esa persona no los soltaba solo se mantenía abrazándolos, llegamos a la cocina junto a los demás, ahí se nos unieron Liliana la bibliotecaria, Yanet la tesorera, Lynet la secretaria del Pastor, Onaily y Daniel. A Daniel Dios también libró porque estaba pintando el baño que colapsó, pero había entrado a la casa pastoral del tercer piso a decirle a Onaily para que lo viera como iba quedando el trabajo y en ese momento ocurrió el accidente.
Dios usó a Daniel para ayudar a Onaily a encontrar una salida y llegar junto a nosotros. Allí en el suelo oramos pidiendo a Dios su auxilio.
Al percatarnos de que era en el Hotel Saratoga, (después supimos que había explotado un tanque de gas licuado que lo abastecía y que era la onda de expansión lo que nos afectó) dije a todos que debíamos bajar y abandonar el edificio.
Dios me ayudó a mantener la calma, mi hijo al verme así, él también se portó muy bien, las mujeres y niñas muy afectadas, así que tomé las llaves, abrí el candado de la reja y bajamos rápidamente los dos pisos en medio de mucho polvo, pero salimos todos sanos y salvos por la calle Zulueta.
En total 18 personas, 15 adultos y 3 niños que estábamos en el edificio pudimos abandonar el edificio sin sufrir daños.
Ya afuera vimos realmente lo que había pasado el hotel perdió casi tres pisos y el costado que colinda con la iglesia se desplomó destruyendo todo lo que había a su paso, el baño, derribando la casa pastoral, las aulas laterales, oficinas y el techo del templo.
Al llegar mi esposa enviamos los niños con nuestra familia a casa y nos quedamos con un grupo de hermanos y los pastores en las cercanías de la iglesia para oír detalles e indicaciones acerca del edificio, yo estaba muy preocupado por la leche de los niños que se me había quedado dentro y estaba coordinando poder recogerla.
Mi esposa, estaba con el celular sin carga y fue hasta casa de Yisel a cargarlo y esperarme allí, mientras un hermano bombero me ayudó para recoger la leche de los niños.
Cuando llego a casa de Yisel le digo: (lo que ya mi esposa le había comentado y yo no sabia) «Yisel gracias por proteger a mis hijos hoy en el comedor» y ella me dice, «Yo nunca estuve en el comedor, estaba en la oficina de la tesorería, yo venía con Yanet», cuando ella me dice eso sentí que se estremeció mi cuerpo, y entendí que solo un ángel enviado por Dios estaba protegiendo con su abrazo a los tres pequeños.
Hasta el momento hay 27 muertos y entre los 70 heridos hubo 15 niños de una escuela enfrente, imaginen como nos sentimos mi esposa y yo al pasar por esa experiencia, oramos por tantos que en este momento sufren, por aquellos que apoyan y por nuestra iglesia que necesita tanto para ser restaurada.
Pero al ver cómo un fuerte abrazo había protegido a los tres niños esa mañana, pude sentir y ver en carne propia que «el ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende», Salmo 34:7
Ese fue nuestro milagro en ese día.

Gloria a Dios !!! Él es bueno y nos ama !!!
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