31 de enero de 1886, día en que Alberto J. Díaz bautiza a su madre Josefa Navarro.
¿Por qué celebramos el 31 de enero el Día de la Mujer Bautista?
En recordacíón de Josefa Eulogia Navarro, la madre de Alberto J. Diaz quien fue bautizada en esta fecha.
El día 31 de enero se inauguró el bautisterio en la Iglesia Getsemaní, que en aquellos días se reunía en un local alquilado al Hotel “Pasaje” justo a dos cuadras del actual templo El Calvario, en una pequeña calle (pasaje) que ya hoy no existe y que coincide con la Sala Polivalente Chocolate frente al Capitolio Nacional.
En esta ocasión Alberto J. Díaz estaba listo para realizar sus primeros bautismos dentro del local de reunión en un bautisterio construido al efecto. Días antes se habían realizado los primeros bautismos en el malecón habanero por el Rev. W.F. Wood. En esta ocasión, el primer bautismo de todos fue el de su madre Josefa Navarro, quien fue fiel hasta su muerte, también bautizó a su hermana más joven, Clotilde. Su hermana Asunción había sido bautizada juntamente con él en Brooklyn y era obrera de los Bautistas de Florida desde Diciembre del 85. Toda la familia de Diaz fue de gran apoyo a la obra naciente.

Reproducimos aquí una semblanza de Josefa Navarro publicada en el periódico “Nuestro Campo Misionero” del Home Mission Board de la Convención Bautista del Sur dentro de un artículo que reportó la visita a Cuba del Dr. I.T. Tichenor, Secretario del HMB. (Our Home Field, “Visit to Cuba”, página 3, a cuatro columnas)
“Dentro de las mujeres bautistas de Cuba, la Sra. Díaz, la madre de dos predicadores, resalta prominentemente. Aparenta 45 años de edad, casada desde los 12 años y madre de 24 hijos, de los cuales solo cinco viven. Ella muestra en su rostro la evidencia de una fuerte voluntad, energía indomable e inquebrantable perseverancia. Cuando su hijo Alberto se volvió bautista, ella se negó a hablar con él sobre el tema, diciendo que se había vuelto loco, y que le dolía en su corazón que él hubiera abandonado la fe de su padre y su madre por una superstición extranjera. medida que él se mostró más y más interesado en la obra que llevaba adelante, la oposición de su madre se fue intensificando hasta que finalmente se negó a hablarle a su propio hijo. Pero el poder de la verdad, tal y como se ejemplificaba en las vidas de su hijo y su hija Asunción, ambos ya bautizados en Nueva York, rompió la armadura del orgullo y la superstición en la cual el alma de Josefa se encontraba presa. Crecía en su interior la convicción de que ellos estaban en lo correcto y de que ella era una gran pecadora luchando contra Dios. Siendo demasiado orgullosa para confesar este hecho, batalló a solas con la pregunta acerca de la salvación de su alma. Después de la organización de la congregación, un domingo en la noche se presentó en el servicio. Cuando Alberto dio la invitación a la audiencia presente para unirse a la Iglesia, para su sorpresa, su madre se levantó de la silla y caminó al frente. Ella no le había hablado por seis meses y el pensamiento en Alberto era que había venido para reprimirle delante de toda la congregación. Caminó él entonces en dirección opuesta, alejándose de ella, pero fue seguido por su madre, quien viendo que él trataba de evitarle le preguntó: Alberto, ¿no deseas que me una a tu Iglesia? – Ciértamente, madre, si así es tu deseo. Fue su pronta respuesta. Desde ese día, ella ha sido ardiente en su devoción a la causa de Cristo, tal como antes había sido insistente y amarga en su oposición. Cuando alguien de nuestro grupo le preguntó cuándo Cuba sería Bautista, respondió: ¡Pronto!” (Fin de la Cita)
Finalmente, la historia cuenta que después de examinar a su madre exhaustivamente delante de la congregación fue bautizada ese mismo día. Así aparece reflejado en el Libro de Actas de la Iglesia Bautista Getsemaní.

George William Lasher describe así este acontecimiento en su obra “Anales del Evangelio en Cuba”, La Historia de Díaz, Cincinati, 1893; evidentemente con algunos detalles diferentes:
“Cuando llegó la hora de bautizar, y él entraba en el bautisterio su sorpresa le dejó atónito al ver a su madre levantarse y venir hacia él.
Pensó primero que ella venía a reprocharle nuevamente por su fe y trató de rehusarle, pero ella clamaba casi llorosa: Alberto, ¿no deseas que tu madre sea cristiana, bautizándose?…
Esto era superior a sus fuerzas. El corazón quería escapársele por la boca, y difícilmente puso saber lo que hacía.
Desde luego que él la bautizaría si ella creía en Jesús, confiando en Él como Su Salvador personal y repudiando las falsas doctrinas de la Iglesia Romana, entre las cuales se había educado.
Pronto, madre e hijo aparecieron en medio del bautisterio.
Diaz tuvo cuidado de repetir la fórmula del bautismo suponiendo que podría decirlo correctamente. Pero cuando se vió en las aguas sosteniendo a su madre, su regocijo inmenso le hizo olvidar todas las palabras del sagrado acto y alzando su voz exclamó: “Oh! Señor Jesús, está es mi Madre y voy a bautizarle en tu nombre!… y uniendo la acción a la palabra le sumergió en las aguas.
Su primer bautismo esa noche. Desde ese día s madre vino a ser una firme columna de la Iglesia. Su corazón lleno de celo, del más ardiente celo por la obra; modesta y retirada pero firme y sincera.”
En honor y recordación a este hecho, es que los Bautistas de Cuba Occidental celebramos el día 31 de enero como el Día de la Mujer Bautista.