
Autor: Pbro. Delvis José Acuña Consuegra
La frase “¡Tocar fondo!” se ha vuelto popular entre los cubanos. Puede traducirse como No hay más nada que hacer, todo se acabó, esto es el colmo, o simplemente, llegó a su fin, apaga y vamos. Cualquiera de sus variantes, estas expresiones denotan la triste realidad por la que está atravesando una persona, familia o grupo de personas. La situación puede ser de índole espiritual, emocional, problemas de enfermedad, sean propias del individuo o del entorno que le rodea. Es entonces cuando los seres humanos sienten un hondo pesar interior, como una apretazón en el pecho, con taquicardia, respiración acelerada y un fuerte dolor de cabeza. Los síntomas pueden llegar a tornarse tan insoportables como la causa misma que originó el conflicto, sin que se perciba un cambio, una salida o una solución definitiva.
¿Te ha pasado eso alguna vez? ¿Has vivido una experiencia similar? ¿Cuándo fue la última vez que tocaste fondo? ¿Puedes recordar cuál era el problema que estabas enfrentando y cómo fue que hallaste una salida? ¿O es que todavía no has podía contemplar la luz al final del túnel?
Hoy quiero mostrarte a una persona que cayó en lo más bajo. Lo echaron en el fondo del mar. Llegó a tocar fondo. Se encontraba, nada más y nada menos, que en lo más profundo. Su estado era deprimente, se sentía culpable (y con razón) por lo que había hecho, estaba solo y nadie lo podía socorrer, su vida estaba en peligro de muerte, ya que, literalmente, había ido a parar al fondo del océano. Jonás era un profeta de Dios que, por su desobediencia a la Palabra de Jehová de ir a proclamar en Nínive un mensaje de arrepentimiento, escogió huir de la presencia divina, para dirigirse a la ciudad de Tarsis, en sentido contrario a su destino original. Tras una tormenta desatada en el mar por vientos repentinos, los marineros a cargo de la embarcación conocieron de la confesión del profeta de Dios y que por causa de ese hombre sufrían los embates de la gran tempestad. La tripulación desesperada clamó a Jehová (el Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra, el Soberano que hizo todo como ha querido). Temieron aquellos hombres a Jehová con gran temor y ofrecieron sacrificio a Jehová, e hicieron votos. Solo se aplacó la tormenta cuando tomaron a Jonás y lo echaron al mar. ¡Jonás se hundió hasta lo más profundo y entonces, oró a Jehová su Dios desde el vientre del pez! Esto nos enseña que:
Aun en el fondo, cuando clamas a Dios en arrepentimiento y fe, sabes que experimentarás la salvación del Señor.
¿Qué se puede hacer desde lo más profundo para alcanzar la salvación del Señor?
Desde lo más profundo, eleva un clamor al Señor para que te escuche.
Entonces oró Jonás a Jehová su Dios desde el vientre del pez, y dijo: “Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó; desde el Seol clamé, y mi voz oíste. Me echaste a lo profundo, en medio de los mares, y me rodeó la corriente; todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí”
Jonas 2:1-3
Orar, puede que sea lo único a hacer cuando no hay más nada que hacer, sin que deje de ser lo más importante y lo primero que se tenga que hacer siempre. La Biblia dice que debemos orar sin cesar. Jesucristo enseñó sobre una parábola sobre la necesidad de orar y no desmayar. Esta es la confianza que tenemos en Él (y que nos asegura el Nuevo Testamento), que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye, y si sabemos que Él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
Muy fácil decirlo de labios para afuera cuando simplemente observamos los problemas que otros enfrentan. Claro, no estamos en su pellejo. No somos nosotros los que nos estamos ahogando. Sí, porque tú no has tenido que pasar por esto. Ahí es cuando se aplican las sabias palabras de Jesús en el Sermón de la Montaña: “Más tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:6). En lo más profundo, solo estás tú elevando un clamor al Señor para que te escuche y te ayude.
Jonás invocó en su angustia a Jehová, y el Señor le oyó. Desde el abismo más profundo clamó, y supo que Dios había escuchado su voz. A pesar de que conocía bien la razón por la que había ido a para ahí, y que Dios lo había echado a lo profundo, en medio de los mares, donde le rodeaba la corriente y todas las ondas y las olas de muerte lo sacudían de un lado a otro; el profeta clamó a Dios desde lo más profundo, y Dios oyó su oración.
ESTE ES EL CLAMOR DE UN PROFETA DE DIOS
“Señor, clamo a ti en mi desesperación porque Tú tienes la respuesta. Desde lo más profundo te doy gracias por oírme y hacerme comprender mis errores al desviarme del centro de Tu Voluntad. Hoy puedo reconocer que me amas y te interesas por cada detalle de mi vida. Amén”.
¿Qué más se puede hacer desde lo más profundo para alcanzar la salvación del Señor?
Desde lo más profundo, acuérdate de la presencia del Señor.
Entonces dije: Desechado soy de delante de tus ojos; mas aún veré Tu Santo Templo. Las aguas me rodearon hasta el alma, rodeóme el abismo; el alga se enredó a mi cabeza. Descendí a los cimientos de los montes; la tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre; mas Tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mío. Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, y mi oración llegó hasta ti en Tu Santo Templo
Jonas 1: 4-7
Si al inicio de la oración de Jonás, dirigió su mirada hacia arriba, lo celestial y lo divino, ahora hace una introspección y habla consigo mismo. ¿Se estará volviendo loco o habrá perdido la cabeza? Todo parece indicar que tragó mucha agua salada, se mareó demasiado o no puede aguantar más tiempo en el vientre del pez. Lo que resulta curioso en esta historia es que, en su oración, el profeta tiene una conversión sincera con Dios. En lo más profundo del océano, hace un análisis verdadero del problema, donde se declara culpable de escapar de la presencia de Dios y desobedecer su Palabra, derrama su alma en completa humillación y arrepentimiento, confiesa su condición de pecado y de maldad, confía en la misericordia divina, se acuerda de las promesas del Señor y busca volver a encontrarse en la presencia del Señor, en Su Santo Templo.
Cuando una persona se encuentra en lo más profundo, lo más sabio es elevar un clamor para que Dios le escuche y acordarse de la presencia del Señor. Quizás no veamos la respuesta que deseamos al instante, pero estoy convencido que Dios nunca faltará para socorrernos. Él nos perdona, espera que regresemos como hijos pródigos a casa, venda nuestras heridas, sana nuestras dolencias, rescata del hoyo nuestras vidas y si el pecado nos aleja de su presencia, nos reconcilia con Él por medio de Su Hijo Jesucristo.
En su oración de confesión, el profeta expresa a Dios estas palabras: Tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mío. Descubrí en mi estudio personal de la Biblia que es la única vez que Jonás llama a Jehová como Dios Mío. Luego de acordarse de la presencia de Dios y suplicarle que perdonara su pecado, se produjo una reconciliación total entre el profeta y su Dios. Ahora este hombre sabía y podía declarar abiertamente que se reconcilió con Dios, se restauró su relación con su Dios, volvió a ser amigo de Dios, su mayor deleite es estar en la presencia de Dios. Ahora el profeta se encuentra listo para emprender la misión original cuando la palabra de Jehová le dijo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí (Jonás 1:1-2). ¡Acuérdate de la presencia del Señor!
ESTE ES EL CLAMOR DE UN PROFETA DE DIOS
“Señor, estoy seriamente avergonzado. Hoy me arrepiento de mi pecado y busco acercarme a tu presencia. Cuando miro al interior de mi vida descubro lo lejos que estoy de tu santidad. Rescátame Dios, sácame de aquí, levanta mi ancla, llévame Señor más allá, yo quiero estar donde Tú estás, para siempre contigo, en Tu presencia. Amén”.
¿Qué es lo otro que podemos hacer desde lo más profundo para alcanzar la salvación del Señor?
Desde lo más profundo, decide obedecer a Dios con fe para salvación.
Los que siguen a ídolos vanos abandonan el amor de Dios. Yo, en cambio, te ofreceré sacrificios y cánticos de gratitud. Cumpliré las promesas que te hice. ¡La salvación viene del Señor! Entonces el Señor dio una orden y el pez vomitó a Jonás en tierra firme
Jonas 2: 8-10 La Biblia al Día
¡Nadie escarmienta por cabeza ajena! ¡Cómo me repetía esa frase mi mamá cuando era niño! No sabía yo lo que quería decir. Después de 40 años, debo admitir que tenía toda la razón. Aprendemos más de lo que experimentamos nosotros mismos que lo que pasa en la vida de otras personas. Incluso, a muchos les sucede que, por estar pendiente de los demás, dejan de vivir, crecer, desarrollarse y celebrar las bendiciones de ser un instrumento en las manos de Dios.
Recuerda que Jonás es un profeta de Dios. ¿Lo tienes claro o es ya se te había olvidado? En su oración (la oración más profunda de la Biblia porque la hizo desde las profundidades en el vientre de un gran pez) afloran a su mente los conocimientos teológicos más profundos del sentido y destino verdadero de la vida humana. Los que siguen las vanidades ilusorias de esta vida terrenal han abandonado la misericordia del Señor. Pablo lo diría con otras palabras: “Ninguna que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado” (2 Timoteo 2:4). Nuestra oración íntima con Dios nos despierta a la realidad de tomar decisiones espirituales que van más allá de este mundo terrenal.
La proyección de Jonás, en su oración desde lo más profundo, apunta al futuro glorioso de los hijos de Dios. “…te ofreceré sacrificios y cánticos de gratitud. Cumpliré las promesas que te hice. La salvación viene del Señor” Puede que estuviera sentado, postrado, de rodillas, acostado, de pie, no sé, la posición al orar no es lo más importante, de lo que sí estoy seguro es que su mente y su corazón emergieron de las aguas profundas, salieron a la superficie, llegaron a la otra orilla y se trasladaron hasta la eternidad.
La versión Reina Valera 60 traduce “mas yo” y la Biblia al Día dice “en cambio”. Los vocablos mas y en cambio son conjunciones adversativas que indican un contraste. En este caso, la actitud que asume Jonás como creyente en Dios es muy distinta a la de los que siguen a ídolos vanos. El profeta aprendió en su profunda oración, la mayor verdad de toda la historia: LA SALVACIÓN VIENE DEL SEÑOR. La Palabra nos llama a poner la mira en las cosas de arriba y no en las de la tierra (Colosenses 3:2). Decidamos obedecer a Dios con fe para salvación.
ESTE ES EL CLAMOR DE UN PROFETA DE DIOS
“Señor, llévame a vivir una sola verdad bajo tus condiciones. Hoy, aún desde lo más profundo, confío en Tu poder para perdonar y librar al ser humano del pecado y de la muerte. Creo en ti, la Salvación viene de Jesucristo, le confieso como mi Salvador. Amén”.

Tuve el privilegio de visitar la antigua ciudad de Jope en Israel, desde donde partió Jonás en la nave que iba rumbo a Tarsis. Tienes que vivirlo. Es muy emocionante. Sí. Una gran bendición. Usamos muchas frases como estas para describir los buenos momentos de la vida. ¿Qué decir cuando tocamos fondo? Me alienta saber que también los profetas pasan por lo mismo que yo. Sobran las palabras. Soy de los que no gusta razonar con explicaciones lógicas para llegar al meollo del asunto, prefiero buscar soluciones reales que ayuden a encontrar la salida y produzca un cambio en la situación presente. La oración es la respuesta. Elevar un clamor al Señor para que nos escuche. Acordarse de la presencia del Señor. Decidir obedecer a Dios con fe para salvación.
Aun en el fondo, cuando clamas a Dios en arrepentimiento y fe, sabes que experimentarás la salvación del Señor.
Ánimo, profeta del Dios Altísimo, el Señor es nuestro Dios. Los cristianos cubanos sabemos por lo que estamos pasando. Nos entendemos. Tocamos fondo. Hoy, desde lo profundo, hemos sido convocados por el Soberano, Rey de reyes y Señor de señores, a clamar. El justo por la fe vivirá. Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará el Señor. Tenemos por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. ALELUYA, CRISTO RESUCITÓ, VIVE HOY Y PRONTO VOLVERÁ. Ha puesto en nuestros labios cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en Jehová, porque LA SALVACIÓN ES DEL SEÑOR.