Retos de la Covid 19: ejercicio de paciencia


Autor: Pbro. Alberto I. González Muñoz. Publicado en su Blog: www.mensajesdefeyesperanza.org


“Por lo tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús el autor y consumador de la fe, el cual, por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar (Hebreos 12:1-2)”.

Cuando en marzo del 2020 tuvimos los primeros casos de Covid-19 en Cuba, nadie pensó que en junio del 2021 estaríamos todavía afectados por la pandemia porque Dios contestaría nuestras oraciones y todo terminaría rápido. Era lógico, sensato y cristiano pensar así. Los cubanos tampoco imaginamos que el tan anunciado como retardado reordenamiento económico, ocurriría en el momento más crítico. Cuando se anunció casi a las puertas de un nuevo año, supimos que sería traumático pero inevitable. Así entramos al 2021 con la esperanza ─¿acaso no es lo último que se pierde?─, de que el nuevo año viniera con mejores aires. Lo que llegó fue el recrudecimiento de la pandemia con números de enfermos y fallecidos nunca antes vistos, incremento de los precios, una carencia de medicamentos que aterra y una inseguridad económica muy preocupante. Como que el 2020 no fue tan malo, ¿no crees? Hasta el día de hoy, a pesar de las buenas noticias de las vacunas y el enorme esfuerzo desplegado para ello, así en la atención a los enfermos, seguimos sufriendo un alto nivel de contagios. Ahora recuerdo el chiste que alguien publicó en Facebook a finales de diciembre:  

─Si alguien llora el día 31 porque se va el 2020, ¡lo mato!

¿Creíamos que el virus macabro desaparecería milagrosamente al terminar el año? Aunque ser positivos, esperar lo mejor y levantar plegarias fervorosas confiando en el poder y el amor de Dios era lo mejor que podíamos hacer, ¡qué ilusos fuimos! Otro chiste ingenioso fue el del gato que mirando para el exterior de la casa, decía:

─Este 2020 no lo tomaré en cuenta porque no he podido vivirlo.

Así llegó el esperanzador nuevo año y pareciera que se abrió la caja de Pandora. Números crecientes de enfermos y muertos cada día y aunque guerra avisada no mata soldados ─sabíamos que venía llegando porque al igual que la pandemia sucede igual en muchos países─; ahora resulta que los cristianos somos los culpables y los promotores del odio, la violencia de género y la mentalidad extremista, discriminatoria y opresiva. ¡Vivir para ver! Cuando en noviembre de 1965 me vi cómo sardina en lata sobre un camión cargado de homosexuales, cristianos, testigos de Jehová, otros religiosos y personas de disímiles maneras de pensar y actuar ─clasificados todos lacra social─, ¿cómo imaginar esto que viviríamos seis décadas después?

Al llegar al campamento UMAP, fuimos amenazados que no saldríamos de allí a menos de que abandonáramos nuestra conducta errada. ¡Cuánto me agradaría que los homosexuales con quienes compartimos aquella experiencia, pudieran contar cuán buena amistad hicimos! Cuando después de tres meses se nos permitió recibir visitas, sin ningún reparo invitábamos a nuestros amigos a compartir con nuestros familiares sin la menor sombra de desprecio o discriminación. Trabajamos juntos codo a codo hasta que ellos fueron internados aparte en campamentos exclusivos para ellos; y no fuimos los cristianos quienes les apartamos así. De verdad, ¿ahora queremos garantizar todos los derechos para todas las personas? Cierto es que no hay derecho para discriminar, maltratar o agraviar a alguien aunque no compartamos la ideología en la que fundamenta su conducta. Pero ¿cuál es el derecho de acusar públicamente a algunos cristianos de extremistas y fundamentalistas sin permitirles siquiera explicar, también públicamente, lo que en realidad creen?

Nadie piense que me he desviado del tema de la paciencia en tiempos de pandemia pues todo forma parte del mismo escenario. De modo que la palabra paciencia en el pasaje de Hebreos 12:1-2 citado al principio de esta reflexión, es traducción de una palabra griega que anima a permanecer de modo invariable ante las pruebas, las aflicciones, las persecuciones o incluso bajo la disciplina de Dios por causa de nuestros errores y pecados. Por lo cual se puede traducir también como perseverancia. En este pasaje la palabra paciencia no se refiere a aceptar y sufrir las circunstancias tal como son sino a dominarlas. Ser paciente no es paralizarse ante los obstáculos sino enfrentarlos con esperanza y fe, incluso en los peores momentos. Es la constancia inalterable ─perseverancia─, que se mantiene hasta alcanzar la meta.

Todos hemos sufrido enfrentando tanta enfermedad, riesgos, aislamientos y carencias múltiples; no solo de alimentos y medicamentos necesarios sino de facilidades que nos permitan una mejor vida. Por demás, la permanencia de la pandemia junto a otras condiciones que enfrentamos desde hace tiempo lo vuelve todo más agobiante. Es por eso que nos preocupa muchísimo escuchar desde los medios masivos reiteradas acusaciones por nuestra posición ante el enfoque de género, sin que podamos explicar en las mismas plataformas cuál es en realidad nuestra opinión al respecto. Una verdadera cultura de diálogo es una asignatura todavía pendiente, incluso dentro de los mismos cristianos, ya que a veces lo que exigimos de otros no estamos dispuestos a hacerlo nosotros mismos. Necesitamos aprender a presentar nuestros criterios y escuchar qué piensan y opinan los demás en un ambiente libre de acusaciones y faltas de respeto.     

El texto bíblico citado presenta a los creyentes actuales batallando por la fe mientras desde las gradas de la historia nos observan los héroes bíblicos de antaño. ¿Qué querrá decir despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia (12:1)? En tiempos como estos, solo viviendo en santidad y total dependencia de Dios es posible llegar a la meta victoriosos, conscientes de lo que Jesús hizo por nosotros. Encuentro fabulosa la frase contradicción de pecadores contra sí mismo refiriéndose a Cristo. Otras traducciones dicen: quien soportó una oposición tan fuerte de parte de los pecadores. Ignoro por qué nos extrañamos y ofendemos cuando enfrentamos oposición por nuestra fe. ¿Acaso no dijo el Señor si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán (Juan 15:20)? ¿Queremos el aplauso del mundo? Si ese es nuestro interés, estamos en el bando equivocado.

Tampoco podemos olvidar que la paciencia, junto al amor, gozo, paz, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza, constituye lo que la Biblia llama fruto del espíritu (Gálatas 5:22), En este caso, el significado de paciencia es longanimidad, y se refiere a nuestra actitud para sobrellevar, valorar, tolerar y relacionarnos con los demás. Aunque seamos maltratados, criticados, odiados o perseguidos, el Señor Jesús dejó bien claro lo que sus seguidores deben hacer: Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir el sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos (Mateo 5:44-45). ¿No te gusta este versículo bíblico? Te entiendo perfectamente porque a mí tampoco. No obstante, pienso que no puedo agarrar de la Biblia lo que me conviene y echar a un lado lo que no. ¿Sabes qué creo? Con frecuencia proclamamos ser seguidores absolutos de Cristo… cuando solo somos caricaturas. Nos falta mucho todavía. Por lo tanto, debiéramos ser más generosos con quienes nos critican.  

Puedo confesar que al menos, lucho por aprender a orar sincera y amorosamente por quienes me ultrajan y persiguen antes del día en que Dios me llame a su presencia. Si en verdad lográsemos orar así, tanto por nuestros acusadores como por las situaciones que nos atormenten y agoten nuestra paciencia ─como esta pandemia y sus consecuencias─, sentiremos que poco a poco iremos creciendo en gracia e imitando a aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas (Hebreos 6:12b).

Los cristianos tenemos grandes pretensiones, pero nos miramos muy poco en el espejo de Cristo.

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